El libro que trataba sobre mujeres perdidas camino de encontrarse.
Mujeres que vivían de cuando en cuando algún revés que las hacía más fuertes o las sumía en algún altibajo.
El papel estaba arrugado y con algun tachon. La escritura era firme y endeble por momentos.
Estrella habia empezado clases de costura. De forma autodidacta empezo a coger libros de patrones.
A Estrella le faltaba un dedo, aun no se cual. Creo que lo perdio jugando a petardos con sus primos cuando era pequeña. Por eso tenia miedo a coger las tijeras.
Estrella tenia un hermano adicto a la botella. Trabajaba en una fábrica de reciclar botellas. Y las que llegaban a medio vaciar se las llevaba a casa y se las bebía. Estrella le había acompañado alguna vez a unas charlas de una especie de curandera. Le clavaba alfileres en la barriga, pero Nunca sabia si le hacían o no efecto.
Estrella habia empezado clases de costura. De forma autodidacta empezo a coger libros de patrones.
A Estrella le faltaba un dedo, aun no se cual. Creo que lo perdio jugando a petardos con sus primos cuando era pequeña. Por eso tenia miedo a coger las tijeras.
Estrella tenia un hermano adicto a la botella. Trabajaba en una fábrica de reciclar botellas. Y las que llegaban a medio vaciar se las llevaba a casa y se las bebía. Estrella le había acompañado alguna vez a unas charlas de una especie de curandera. Le clavaba alfileres en la barriga, pero Nunca sabia si le hacían o no efecto.
El no lo sabia, pero sus constantes cambios de humor hacían que Estrella tuviera que reinventarse a cada momento.
De camino al taller de costura Estrella escribía poesías. Y esta, como os digo, fue la que me encontré justo en la página 38 de aquel libro de mujeres violeta.
Aun con buena simiente de tus padres, deberás estar solo.
Y caer.
Y por cada vez que te caigas deberas levantarte.
Y guiado casi por oblogacion, rehabilitaras todos tus esquemas.
Y por cada vez que te levantes coseras una cicatriz, dos o mil.
Y no pretenderas dejar un legado perfecto a tus hijos, tu seras el legado.
Aprenderás con ellos y para ellos. A su lado pero en tu propio rol.
Te crecerán agujas en los dedos que solo tu debes pulir para acariciar, o aprenderás a usar la boca para besar.
Maldecir no arregla las cosas.
Corta lo que no sirve.
Y aprende a soportar el frio con el abrigo de tu piel.
Y cose tu propio patrón que solo vale disfrutar mientras no lo lleves.
Y en cada arruga que le salga descubriras una carretera.
Debes bailar antes que se marchite.
Y así veras, en cada estancia en tu taller, esa ventana al mundo que cada día te ofrece.
El traje de tu vida.
Nunca volví a ver a Estrella ni supe a quien escribió esa poesía. Y es que dicen que quien presta o regala un libro a un amigo, pierde el libro y pierde el amigo.
(Nada sucede en tu vida por casualidad)